vendredi 11 janvier 2013

Post 125: Punto de vista de la araña: de camino

Post 125: Punto de vista de la araña
Parte V: De camino

Me había costado mucho tiempo dejar de echar de menos a mi rosa. De hecho, no había conseguido olvidarla del todo. En una parte de mi prosoma seguía alguna ilusión de que coincidiéremos otra vez.
En este largo tiempo sin verla había conseguido no sin dificultad, poner encima de la imagen gravada en mi mente la palabra "amiga". No sin dificultad porque debajo había un relieve incrustado "cosa más bonita del mundo" que seguía visible a pesar de las tropecientas pegatinas que intentaban taparlo. La había echado tanto de menos, que un tiempo pensé quitar del todo esa imagen en forma de recuerdo. Tiempo y mucha tela fueron necesarios para que dejara de sentir tristeza al pensar en ella.

La rosa me contactó. Quería irse de excursión por el campo grande. No sabía muy bien cómo llegar ahí sin que sus pétalos sean arrancados por el viento. Como ella sabía que yo viajaba muy a menudo, y sin desgastar mis pretarsos, me preguntó cómo llegar al campo grande en seguridad.
Le indiqué como seguir la tela para encontrar compañeros que hagan la maceta segura, pero al final me convenció compartir con ella la maceta de su amiga risa e irnos los tres de viaje.
A la vez que mucha ilusión, tenía un poco de aprención en volver a verla.

Pasarón la rosa y la risa a buscarme y fuimos camino hacía el campo grande.
Las dos amigas después de recogerme siguieron juntas en la maceta, y me iba a quedar atrás. Como apenas les escuchaba por el ruido del viento y el ronroneo del motor, me quedé la mayor parte del tiempo en el bordillo de la maceta, para aprovechar el paisaje. Cruzamos campos de todo tamaños y colores, montes pequeños, desiertos...

Pasamos cerca de Angelosa, un pueblo pequeño del que la Rosa me había comentado el nombre sin que entendiera muy bien de que trataba. Me imaginaba que fuera poblado de Ángeles. Eso sí, la rosa me comentó que no había bajo ningún pretexto que entrar en este pueblo. No entendía el porqué y me quedé un poco con las ganas al solo poder leer la pancarta y no parar a visitarlo.

Como era curioso, busqué a escondidas desde una esquina de la maceta porqué la rosa insistió tanto para que no entráramos en Angelosa. Encontré en la wikitela que antiguamente en Angelosa,  había una fábrica de espejos. Ahí coincidieron todos los maestros y todo el saber del espejismo. Hasta que un día alguien encontrara un tipo de cristal que filtra los defectos y las calidades, lo bueno y lo malo, lo hermoso y lo feo. Convertía lo feo en guapo, lo cutre en hermoso, hasta lo hermoso... en hermosísimo.

Con fragmentos de este espejo mágico, los angelositos empezaron a vestir un traje que hace que los demás solo vean lo que uno tiene de hermoso, bueno y sus calidades. Nadie podía enfadarse con ningún otro miembro del  pueblo por lo bueno que parecían todos. Todos amaban a todos. Como este pueblo estaba apartado, y que en aquella época los viajes en maceta no existían y ni siquiera se usaba la tela para comunicar, la vida siguió, perfecta, en lo que iban a bautizar: "Angelosa". Para la gente de los campos alrededor o la gente de las ciudades, este pueblo seguía sin gran interés y hasta el desarrollo industrial de las macetas nadie entró ni salió de Angelosa. Seguía leyendo y aprendiendo la atípica historia de la ciudad de los ángeles cuando...
-¡Araña paramos a descansar! me lanzó la risa
Escondí que estaba leyendo y contesté simplemente de un signo afirmativo con los pedipalpos.

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