mercredi 16 janvier 2013

Post 126: Punto de vista de la araña: la tienda de disfraces

Post 126: Punto de vista de la araña
Parte* VI: La tienda de disfraces
Etapa de transición

Paramos a descansar en un pueblo llamado Sozes. Risa había visto una tienda de disfraces y quiso visitarla. Mientras tanto me quedé cerca de la maceta, acumulando algo de tela y colocándola minuciosamente para atarnos y estar seguros todos en caso de turbulencias en lo que quedaba del trayecto.
Cuando terminé de posicionar mis telas en la maceta, me fue a buscar a mis amigas en la tienda de disfraces.
-¿Como vais?
-¡Mirad los conjuntos esos, qué guapos los maniquís y van con pares de gafas regaladas! se exclamó la risa.
-solo quedan dos conjuntos, y no hay para arañas, siguió la rosa, te dejamos las gafas, nosotras ya tenemos. Si negociamos igual nos dejan cuatro pares de gafas para que tengas para tus ocho ojos! ¿Te escojo los cristales?
-Vale, acabé.
De toda forma no me gusta llamar la atención, ya con esas gafas sería más que suficiente para mí.

El vendedor que hablaba una lengua que solo la risa entendía del todo nos dejó llevarnos los dos trajes y cuatro pares de gafas. Antes de salir nos llamó:
-¡Perdonad, no os dejéis el modo de empleo!
-Ah, vale, gracias. Se lo llevó la rosa.
Regresamos a la maceta.
La risa:
-Coge, tus gafas
La rosa:
-¿Nos ponemos los trajes ya?
La rosa y la risa se subieron antes a la maceta para vestirse mientras probaba las gafas.
Veía más o menos como antes, aunque el suelo se movía de forma un poco rara al principio. Es normal cuando uno se pone gafas nuevas. Me parecía ver un pelin más borroso que antes... de toda forma las arañas nunca tuvimos muy buena vista, sería por eso.

Me iba a subir a la maceta y a primera vista la risa y la rosa igual estaban como antes. Habían desplazado las telas. Pregunté
-¿No lleváis los trajes? ¿No querréis ataros?
La rosa
-Qué va, qué va........ no necesitamos tu ayuda...... venga........ súbete.
-Pero...
Con una hoja suya, la rosa me cayó, y empujó hacia la maceta. A su contacto, tuve una sensación rara, había vuelto a su sitio al lado de la risa, pero seguí unos minutos con la sensación de ese contacto en el apistosoma. Me até, sin saber el motivo de porqué la rosa no quiso usar mis telas para estar más cómoda y segura en el resto del viaje. Mis telas siempre habían sido útiles para viajar, son a la vez elásticas, y resistentes. Hasta los humanos a veces tan listos no saben reproducirlas. No quise parecer prepotente explicando sus virtudes, y pensé que de toda forma ya se daría cuenta por si sola de lo bien que van mis telas...
Un poco mosqueada, volví a observar al paisaje desfilar a nuestro lado.
Los campos se hacían más verdes, las colinas desaparecían poco a poco para dejar sitio a mesetas.

*Capítulo en este caso. Es verdad.

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