samedi 2 février 2013

Post 129: Punto de vista de la araña: El veneno

Punto de vista de la araña (parte VIII)
El veneno

Llegamos a la fiesta que nos había comentado la rosa. La sorpresa era que en la fiesta, a parte de la rosa y de la risa, solo habían arañas. De todo tipos y tamaños. Era la primera vez que veía tantas arañas juntas, conmigo eramos séis. Por las tierras naranjas, las arañas no solemos juntarnos más de dos a la vez.

Empezamos a hablar y conversar de muchas cosas, hasta que llegó el tema del veneno. Las otras arañas empezaron a enseñar sus venenos, hasta que la rosa comentara:
-Mirad la araña, hablando de mí, siempre me había llamado así, no ha traído veneno, ni siquiera podría defendernos a mí y a la rosa!
Había insistido ella para que dejara mi veneno en la casa abandonada, me quedé a cuadros.
-He tenido que llevar un montón de espinas por si a caso, y eso que no me gusta nada llevar espinas, continuó.
Durante el tiempo que pasamos juntos, la veía llevar espinas todos los días, y no había notado nunca que fuera un problema para ella, las llevaba perfectamente.
Me quedé tan sorprendida que no fue capaz decir ni pensar nada en este momento. Mi corazón se hinchó dentro de mi abdomen, comprimiendo mis tripas. No fue capaz participar en el festín organizado gracias a las mil y una telas que habíamos puesto, no me entraba nada. Era como si el veneno lo llevara en el estomago.

Desconecté de las conversaciones para fijarme en las telas de las otras arañas. Siempre es bueno observar, se pueden aprender nuevas técnicas. Unas de ellas me parecían muy anticuadas, otras familiares. Me fijé con más atención con una de ellas, que tenía sensación de haber visto antes. Tenía forma de estrella con once puntas muy complicada de formar. Intentaba imaginar cómo era posible dibujar esa geometría y no veía manera de hacerlo yo. A ver de las arañas presentes quién era autor de ese arte.
Los undecágonos que formaban la tela estaban más reunidos en el centro en una zona de veinte milímetros, indicando el tamaño de la araña que lo habrá tejado, pero ninguna de las arañas de la fiesta tenía ese tamaño. A parte de dos que eran demasiado pequeñas, las demás todas sobrepasaban los tres centímetros, y dudaba que fueran suficientemente ligeras para tejar con tanta precisión.

La fiesta se acabó y volvimos a la casa abandonada. Estaba dividido entre muchos sentimientos. Ganas de demostrar a la rosa hasta qué punto la hubiese defendida, ganas de echarle bronca por el daño que me estaba haciendo, curiosidad por aquella tela con once costados y mis estomago que seguía con nudos. Demasiadas cosas sin explicación juntadas en una sola noche.
No conseguí cerrar ojo en toda la noche no como aquella araña:
Araña intentando dormir
Noté que tenía sueño sin poder dormir, y hambre sin poder comer.

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